El movimiento anti-antenas ataca de nuevo

La izquierda en Santa Cruz con los anti-antenas de PLANMOCAN

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife está realizando un censo de antenas de telefonía móvil en la ciudad con el fin de elaborar un Plan Especial de Telecomunicaciones. Con esto pretenden ordenar la distribución de estas antenas, evitando saturaciones innecesarias y estableciendo alturas, edificios protegidos, distacia a linderos, retranqueos, etc. Algo normal dentro de la planificación urbanística.

No me extraña que esta noticia sea sacada de quicio y aprovechada por los colectivos anti-antenas, dando a entender que “alegalidad” significa “peligrosidad”. Lo que me resulta  realmente lamentable es que cuente con el apoyo de algunos partidos políticos de izquierda.

Familia, respiremos hondo. Las antenas de telefonía móvil sólo emiten radiación no ionizante de baja frecuencia, aquella que no posee la energía suficiente como para romper los enlaces químicos de nuestras moléculas (ni producir insomnio, impotencia sexual, cáncer o estupidez crónica). Es inocua para el ser humano, al igual que la radiación Wi-Fi, las señales de la radio, del microondas o la radiación visible, etc.

Y es que existe una legislación estatal y comunitaria que regula todo lo relativo al establecimiento y medidas de seguridad de estas antenas. Se basa en el conocimiento científico acumulado durante décadas, en estudios in vitro y epidemiológicos. Basta con tener nociones básicas de física y química de la ESO para entender la naturaleza de este tipo de radiaciones.

La izquierda en el Senado invita a los anti-antenas,
reconocibles por la "malla anti-radiación" y la mascarilla..

Es tristísimo que desde la izquierda se asuman acríticamente los postulados de estas plataformas anti-antenas. Se pasan por el forro las conclusiones de la Organización Mundial de la Salud y el consenso científico a nivel mundial sobre el tema (que por cierto, ponen el punto de mira en los teléfonos,  NO en las antenas). Confían ciegamente en personas que hablan de más de 1.500 estudios que demuestran que la antenas provocan todo tipo de trastornos; en personas que  no saben pasar centímetros cuadrados a metros cuadrados, que juegan a ser personal técnico cualificado sólo por tener un medidor de radiaciones; en personas que faltan el respeto a las técnicas de investigación social dedicándose a preguntar a las vecinas del edificio qué enfermedades tienen y a concluir que es por culpa de la antena que está en frente (eso sí que es jugar con el dolor y el miedo de la gente). Y todo al mismo tiempo que tachan a la OMS de venderse a las multinacionales que tejen un complot para alargarnos la vida.

Es curioso, en muchos casos los partidos de izquierda alaban a la comunidad investigadora universitaria, como es el caso de las arqueólogas de la ULL con las obras de la Catedral de La Laguna, o las biólogas del Campus de Anchieta sobre los cetáceos y las prospecciones petrolíferas. Sin embargo no han tenido la vergüenza de consultar al profesorado de la Facultad de Física de nuestra Universidad sobre la peligrosidad de estas radiaciones. Es como si no quisieran conocer la respuesta.

Este doble rasero de la izquierda contemporánea me preocupa y mucho. ¿Dónde quedó aquella izquierda científica nacida en la Europa de la Ilustración? Me temo que ha sido engullida por la izquierda new age, la anti-todo: anti-vacunas, anti-transgénicos, anti-industria, anti-químicos.. Anti-científica a fin de cuentas.

Yo sobre ciertos temas que no domino procuro no venirme arriba. Me gusta la sociología y la historia, pero procuro no empantanarme con análisis sociológicos o históricos porque sinceramente reconozco que no puedo abarcarlo todo. Por eso considero una falta de respeto que abogadas, historiadoras y demás militantes de izquierda sin conocimientos científicos básicos se dediquen a hacer afirmaciones que revolverían en sus tumbas a Faraday y Maxwell, padres del electromagnetismo moderno.

Hace falta más que nunca un chute de racionalidad y espíritu crítico en la gestión de lo púbico. ¿Cómo es posible que creamos en la separación Iglesia-Estado, pidiendo quitar crucifijos de las escuelas, pero después aplaudamos la construcción de viviendas de protección oficial basadas en la creencia del feng-shui? ¿Cómo es posible que apostemos por mejorar la calidad de la sanidad pública y al mismo tiempo queramos meter en ella terapias y productos sin ningún tipo de evidencia científica como el reiki o la homeopatía?

Más de lo mismo..

Termino con un apunte con el que no podrán acusarme de estar a sueldo de Movistar. Curiosamente son los teléfonos móviles, y NO las antenas de telefonía, las que podrían tener algún tipo de efecto perjudicial sobre la salud de personas que pasan muchas horas con el móvil pegado a la oreja. Sin embargo las investigaciones que se han realizado no son concluyentes, ya que sólo han sido fruto de estudios epidemiológicos a través de encuestas (además de mostrar unos índices de correlación bajísimos). Hace falta avanzar en estudios in vitro e in vivo para determinar esta posible relación causa- efecto.

En este caso SI debemos usar el principio de precaución, cuando hay evidencias por mínimas que sean, y  no cuando nos venga en gana. Es tan sencillo como procurar usar el manos libres o el altavoz para estar tranquilas. De resto deberíamos quitar del punto de mira a las antenas y preocuparnos por quienes verdaderamente atentan contra nuestra  calidad de vida: la contaminación que sale de los tubos de escape, las dietas desequilibradas, el sedentarismo, los recortes en sanidad, la precariedad laboral y el paro.

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