domingo, 27 de enero de 2013

El teléfono movil mata, sobre todo si le das al wasap mientras conduces...


Ejemplo de la conspiranoia antiantenas.
¿Evidencias? ¿Pa qué? Con poner
una calavera es suficiente...
Desgraciadamente existe una profunda carencia de cultura científica en nuestra sociedad. Esto se refleja en los prejuicios existentes en torno a  la naturaleza de las radiaciones electromagnéticas y sus efectos en nuestra salud. Por supuesto la culpa no es de la gente. Creo que nunca ha interesado que la ciudadanía posea conocimientos científicos, ni económicos ni de historia, entre otros. Entender el mundo que nos rodea es el primer paso para cambiarlo, te convierte en una persona libre y crítica. Las clases gobernantes prefieren analfabetos científicos, personas supersticiosas e irracionales, así son más controlables. Con este escrito me gustaría darte unas nociones básicas sobre el tema para que así seas capaz de entender dichos fenómenos y puedas analizar críticamente las noticias (a mi juicio alarmistas y de poca profesionalidad periodística) que de vez en cuando hablan sobre los peligros de las torretas de alta tensión, las antenas de telefonía móvil, o los hornos microondas, por ejemplo.

 Y quiero empezar con lo más básico, con la energía. Ésta no es más que una magnitud  física que asociamos a la capacidad de producir cambios en los cuerpos. Si estrujas plastilina con las manos, has aplicado energía; si tu coche se mueve, es porque la gasolina le ha cedido energía; si el agua hierve, es porque la vitrocerámica le ha aportado energía calorífica.
La energía es como la estupidez, se manifiesta de diferentes maneras. Hay energía química, cinética, potencial, calorífica, nuclear… Pero aquella que se mueve a la velocidad de la luz (casi 300.000 km/s), puede hacerlo a través del vacío y lo hace en forma de onda, es llamada radiación electromagnética.

Las ondas electromagnéticas no tienen todas la misma energía, las hay muy potentes y las hay que dan penita. Las ondas de la cadena COPE que te están atravesando ahora mismo son de la misma naturaleza que los rayos x que te muestran quién eres de verdad por dentro, pero mientras las primeras son inofensivas (bueeno…), las segundas pueden llegar a hacerte daño. Para racionalizar mejor esta variedad, existe lo que se llama el “espectro electromagnético”, donde aparecen todas las ondas electromagnéticas que existen en el Universo, ordenadas de menor a mayor energía.
Espectro electromagnético hecho a lápiz...
La energía que posee una onda electromagnética depende de dos factores íntimamente relacionados, la frecuencia (f) y la longitud de onda (λ).

·         La frecuencia representa el número de veces que se repite la onda por segundo, y la medimos en hercios (Hz). Cuanto mayor sea la frecuencia, más energía portará.

·         La longitud de onda es la distancia que hay entre dos “picos” de la onda. Se mide en metros. Cuanto menor sea la longitud de onda, más energía portará.

Por lo tanto, en el espectro electromagnético, cuanto más nos desplazamos a la derecha, mayor frecuencia y menor longitud de onda tendrán las radiaciones, y más energéticas serán.

Existe una clasificación útil de las mismas en función de si provocan daños en los tejidos de los seres vivos o no. De este modo tenemos:

·         Radiaciones no ionizantes. No poseen la energía suficiente para provocar la rotura de los enlaces que mantienen unidas a las moléculas de nuestro cuerpo. Son la luz visible, la luz infrarroja, las microondas, las ondas de TV, radio, telefonía móvil, etc.

·         Radiaciones ionizantes. Son lo suficientemente energéticas como para romper algunas moléculas que hay en nuestras células. Son los rayos ultravioletas (del Sol), los rayos X y los rayos gamma (reacciones nucleares).



Arriba, radiación no ionizante. Abajo, radiación ionizante.
Todas las biomoléculas que forman los seres vivos son importantes. Los azúcares nos dan energía, las grasas son reservas de energía y el componente principal de las membranas celulares… Las proteínas hacen prácticamente de todo, pero todas ellas estarían perdidas sin el director de orquesta, la molécula de ADN. Ésta contiene las recetas de fabricación de todas las biomoléculas y sus manuales de funcionamiento.

Y claro, si una radiación ionizante rompe algún enlace en la molécula de ADN puede iniciar una reacción en cadena: El ADN no transmite la información genética; la célula, desorientada, deja de cumplir con su función. En algunos casos empiezan a reproducirse y a crecer sin límite… Es decir, tenemos células cancerígenas.

Otros efectos de las radiaciones ionizantes eclipsados por el cáncer son las anemias, caída del pelo, esterilidad, anomalías hereditarias, ceguera, etc.

Yo que tú empezaría a partir de ahora a coger manía a las radiaciones ionizantes y a tomar precauciones. No seas flipao, melanoma no es el nombre de una bebida energética: ¡ponte protección solar contra la radiación ultravioleta cuando vayas a la playa! Si eres un adicto a las radiografías y a las resonancias nucleares de esos que te pegas 15 al mes, entonces deberías aflojar… De seguro vivirás más años.

En lo que respecta a las radiaciones no ionizantes, estamos constantemente interactuando con ellas. Absorbemos un poco de radiación visible, transformándola en calor; otras simplemente rebotan y las menos energéticas nos atraviesan sin ningún tipo de respeto.

¿Ya está? ¿Así de sencillo? Pues no, menos mal que no, sería muy aburrido… Sí que existe una interacción comprobable entre las radiaciones no ionizantes y la materia viva: Si la señal es muy intensa pueden producirse aumentos de temperatura localizados (en torno a la oreja, los bolsillos del pantalón), pero nada más. Los teléfonos móviles producen tan poco calor que nuestros cuerpos son capaces de disiparlo de manera natural.

Es importante que comprendas una cosa. Al aumentar la intensidad de una radiación, por ejemplo en una antena de telefonía móvil, se emiten más radiaciones por unidad de tiempo, pero no cambia la naturaleza de la onda electromagnética (sigue siendo de baja energía). Obviamente se emite más energía, pero siguen sin ser radiaciones peligrosas. Basta con no abrazar la antena si no quieres que te de un calentón.


 
Pincha en la imagen para obtener más información de la OMS sobre
radiaciones no ionizantes.

Hablando de antenas de telefonía móvil (recuerda que son radiaciones no ionizantes, de baja energía, que no provocan roturas en tus células…), la legislación nos protege de sobra ¿contra? ellas. Existen unos límites de potencia y unas distancias a la antena que no se pueden sobrepasar. ¿Existe alguna evidencia científica que avale estas prohibiciones? No, ninguna, es simplemente en cumplimiento del principio de precaución (como cuando ponen la señal de peligro de aviones en la autopista del norte). Como curiosidad te digo que la señal que te llega de tu móvil es doscientas veces más potente que la que te llega de la antena de telefonía. Digo curioso porque parece que la gente que cree en la peligrosidad de estas radiaciones se centra en las antenas, no en los terminales… Claro, una cosa es pedir que quiten una antena de telefonía en tu barrio y otra bien distinta es dejar de usar el móvil. Eso es demasiado sacrificio…

Pero los científicos no dejan aquí la cosa. Es muy sencillo lo que yo he hecho contigo, te he resumido unos apuntes de física y química de 4º de la ESO. Los investigadores van más allá. Aunque el conocimiento de las leyes de la física y la naturaleza de las radiaciones electromagnéticas debería tranquilizarnos frente a las paranoias antiantenas, ellos se dedican a hacer estudios sobre la posibilidad de que puedan causar enfermedades, centrándose sobre todo en distintos tipos de cáncer.

Para ello realizan estudios in vitro (directamente con células, exponiéndolas a diferentes niveles de radiación), in vivo (con animales y humanos amantes del riesgo, sometiéndolos también a radiaciones) y estudios epidemiológicos (analizan la incidencia de distintos tipos de cáncer en poblaciones expuestas a distintas dosis de radiaciones). Sólo cuando un tipo de radiación provoca un mismo tipo de cáncer en los tres tipos de estudios, es cuando podemos estar seguros de la relación causa-efecto entre la radiación y el cáncer. Por suerte todavía no ha sido publicado el estudio que la demuestre.

Dicho de manera breve y en un párrafo aparte: No existen evidencias científicas que relacionen la aparición de enfermedades, sobre todo cáncer, con la exposición a radiaciones no ionizantes.

¿Chocó con una antena? Nooooo...

Es raro, pero en este caso estamos más que protegidos por los gobiernos y la legislación. No hay razón para el alarmismo y el miedo irracional. Mucha gente ataca a los transgénicos sin tener pajolera idea de lo que es un gen. Están contra las vacunas que han conseguido que no murieran de sarampión con diez años; recelan de todo lo químico (y eso me duele, ¡soy licenciado en Química!), sin saber que todo lo que les rodea (incluso ellos mismos) está hecho de química.

Sería más práctico que realmente volcaran toda su indignación sobre el blanco adecuado, sobre lo que está demostrado que perjudica a la salud, así ganarían más esperanza de vida: Deberían exigir a las instituciones que legislen contra el desempleo y el desmantelamiento de la sanidad pública; que inicien campañas contra la obesidad y la diabetes, que nos protejan contra el despido (casi) libre. Que detengan a los defraudadores y a todos los que nos amargan la vida y les sometan, no a la radiación de una antena de telefonía móvil, sino a las radiaciones gamma de una pizquita de Uranio 235. Efectivo al 100%

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